Ha compartido mis alegrías, mis ilusiones, mis fracasos, mis
miedos, respondiéndome siempre con la palabra justa, el silencio oportuno, la
caricia oculta. Nadie me ha dicho nunca palabras de amor tan bellas, tan
dulces, de esas que te penetran el alma.
A su lado he descubierto que existen otros mundos, otras
gentes con miradas e ilusiones distintas, corazones rotos y solitarios, vidas
entregadas y alegres. Me ha ayudado a salir de mí y a ver “al hombre” con ojos
nuevos.
Él, el libro, todos los libros que han pasado por mi vida,
han sido mis mejores compañeros de
viaje. Por eso hoy, cuando voy a comenzar a leer uno nuevo, lo acaricio, lo
huelo, lo estrecho entre mis brazos y a su lado me sumerjo a descubrir un nuevo
universo.
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