La quietud de la tarde se vio rota por la tormenta y un
trueno retumbó en toda la casa. La voz de su mujer inundó el salón. Él la miró con desconcierto, no comprendía
nada. Le mostraba una y otra vez su mano cerrada. Ante su asombro la abrió y en
ella apareció un pendiente. Uno sólo,
huérfano y perdido en la mano de una mujer que no era su dueña.
Él lo había
buscado, pero ella fue quien lo encontró. Permaneció callado porque no había
espacio para sus palabras. De la boca de su compañera salían acusaciones de
engaño, infidelidad, ruptura. Todas cargadas con la fuerza de la ira.
Quiso
explicárselo, pero su voz se quedó a la puerta de sus labios. Descorazonado
buscó en los ojos de ella algo que no fuera odio. Esperó encontrar una lagrima
de dolor, pero las lagrimas aparecieron en los suyos, los de ella estaban
secos. Buscó en su mirada la grieta que abre encontrarse con el desamor, pero
fue su corazón el que se desgarró al no ver ningún rastro de cariño.
No supo
cómo, pero el pendiente estaba en su mano. Hacía rato que la voz de su mujer
pasaba a su lado y no lo rozaba. Su mente imaginaba la escena en la que una
mujer sin rostro le besaba, le acariciaba hasta volverlo loco…en el pequeño
espacio de un coche.
Las palabras
callaron y llegó el silencio. Ella esperaba una explicación. No le
contestó. Se levantó despacio con el
pendiente apretado en su mano y el frio en su interior. Camino del trabajo
llovía, la luz se durmió en los brazos de las nubes, igual que aquella tarde
cuando su amiga subió al coche y perdió el pendiente.
Ella no
tenía paraguas y él, sólo la había acercado a su casa.
Si es que no todo es lo que parece, !lo que dio de sí un pendiente!jaajajaja. !jqueeeee!
ResponderEliminarUn beso guapetona.
Hay que ver lo pendiente que están los protagonistas del, otro pendiente, jajaja.
ResponderEliminarBuena imaginación Alis.
Un beso pendiente :)
Me encanta Alice, sabes hacer llegar al corazón.
ResponderEliminarMe encanta como transmites.Un Saludo.
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