CIUDADES DE UTOPÍA
La mujer que
vivía dentro de ella no la dejaba tranquila. Le pedía sin cesar un cambio en su
vida y decidió escucharla.
Ilusionada miraba una y otra vez las
propuestas de la inmobiliaria. Ante ella estaban las nuevas urbanizaciones, que
con vistas de futuro se habían creado. La oferta era apetecible. Un ramo de
margaritas para sus vecinos y con eso ya tenía derecho a una vivienda unifamiliar. Siete
urbanizaciones con los nombres de los días de la semana.
Domingo. Todo
estaba lleno de bares, iglesias, familia.
No había trabajo.
Sábado. Compras,
salidas al campo, sinagogas.
Viernes. Se
acabó el trabajo, hay mezquitas, amigos y botellones.
Jueves. Día
de ilusiones, de lectura, abundaban los libros.
Miércoles. Serenidad
y películas en las salas de cine.
Martes. Ilusión,
escapadas a tomar un café.
Lunes. Encuentro
con los compañeros, una semana para llenar de vida.
Difícil
decisión. Se miró hacia dentro buscando lo mejor para su espíritu. Una de las
urbanizaciones le llamó la atención especialmente. Era luminosa, alegre, con
conexión a internet, con gente de distintos lugares.
Unos amigos le habían
hablado muy bien de ella y ya vivían allí.
Consultó con
su otra yo. Estaba de acuerdo con ella.
Compró muchos
ramos de margaritas, y decidió hacerse “juevera”.